6 años después, confieso que sigo traumatizada con los hospitales
Han pasado seis años desde que mi hija tuvo que estar hospitalizada, pero hoy me di cuenta que sigo traumatizada. Debido a un examen de rutina, tuvimos que ir ella y yo al mismo hospital donde estuvo internada tres días en Febrero del 2007.
No importó que el hospital ha cambiado mucho ni que el edificio en que estuvimos hoy ni existía en ese entonces. Apenas le pusieron su brazalete de identificación, mi corazón se aceleró y los recuerdos me invadieron. En mi interior rápidamente me decía que tenía que calmarme y ser racional, pero los sentimientos no se caracterizan por obedecer a la lógica.
Aunque ya he compartido públicamente lo que viví cuando mi hija tuvo neumonía, al parecer sigo necesitando digerirlo. Mi reacción hoy creo que es un síntoma de un tema no resuelto, así que una vez más he decidido encarar lo que siento y sanarme escribiendo.
Creo que esa mañana de Febrero me cambió mucho. Nunca había sentido tanto temor por la salud de mi hija. Su llanto cuando no lograban encontrar una venita para comenzar la intravenosa lo tengo grabado como si fuera ayer. La desesperación de querer a mi mamá cerca para que me reafirmara que todo iba a estar bien. La impotencia de no poder hacer nada más de lo que ya estábamos haciendo. Y la frustración por tener que dividirnos en dos con mi esposo: nuestro hijo también se enfermó y mi marido se fue a la casa a cuidarlo mientras yo me quedé en el hospital con nuestra hija.
Mi hija ni se acuerda, por suerte. Pero sí creo que desde ese momento ella se dio cuenta en lo más elemental de su ser de que puede contar conmigo siempre. Tenemos un apego muy especial y desde ese episodio en nuestras vidas, ese vínculo es aun más fuerte. Cuando viajo, siempre me espera con una tarjeta hecha por ella misma. Muchas noches se mete en mi cama y me toma la mano, como si necesita esa reafirmación de que sigo allí cuando me necesita. No quiero criar una hija consentida ni dependiente, pero confieso que ya ni me la llevo a su cama si es de madrugada.
Sé que fuimos muy afortunados de recibir la atención médica que mi hija necesitaba en ese momento de parte del personal del hospital de niños Joe Di Maggio. Y hoy, cuando nos atendieron de manera tan cálida, no hice sino recordar lo agradecida que estoy con los médicos y las enfermeras que tratan de dar lo mejor de sí a pesar de las circunstancias. Pero eso no implica que haya dejado de sentir nerviosismo, ansiedad y preocupación cada vez que se enferma alguno de mis hijos.
Si por esas cosas de la vida has tenido un hijo o una hija en el hospital, sé que me entenderás. Y si estás cuidando en estos momentos a un niño enfermo, te mando un abrazo. No importa si no nos conocemos. Sé que cuando necesitas estar fuerte para las personitas que más queremos, a veces tan solo saber que alguien te entiende y te envía fuerzas, puede darte un apoyo.