Ser madre no implica dejar de ser mujer
A veces lo más obvio es tan evidente que no lo vemos y los cambios que vive una mujer al ser madre en ocasiones nos impide ver que muchas cosas siguen siendo iguales. Seguimos necesitando tiempo para nosotras mismas, sentirnos realizadas, cuidarnos y también cultivar un mundo aparte de nuestros hijos. Eso no cambia, por más que las maneras de llenar esas necesidades sí necesiten ser ajustadas a las exigencias y responsabilidades de la maternidad.
El problema no es tanto con quienes nos rodean, sino con nosotras mismas. Aunque muchos nos ven en nuestro rol de mamá y a veces ignoran que tenemos múltiples dimensiones, olvidarnos de que somos mujeres también muchas veces es culpa nuestra. Nos acostumbramos a postergar nuestras necesidades y nuestros deseos desde que nos enteramos de que seremos mamás.
Apenas nos da positivo un examen de embarazo, limitamos lo que comemos y aceptamos que nuestro cuerpo cambia. Luego nace el bebé y nos dedicamos a satisfacer sus necesidades porque además del amor que sentimos, sabemos que esa personita depende por completo de nosotros. Seguimos funcionando igual más cansadas pero de igual forma tratando de atender nuestras múltiples responsabilidades. Vamos religiosamente al pediatra pero nos olvidamos de sacar nuestra cita para nuestro chequeo médico anual. Nos preocupamos de alimentar a nuestro hijo pero a veces se nos olvida comer a la hora que deberíamos o nos alimentamos con lo que haya, en vez de nutrirnos de verdad. Salir a solas con nuestra pareja o nuestras amistades queda relegado no a cuando queremos, sino a cuando podemos.
Sin embargo, eso está mal. En serio. No debes ser la última prioridad de tu vida. Esa frase de que no serás capaz de cuidar de los demás si no aprendes a cuidarte, es cierta. No solo tu salud se afecta. A la larga, el mal hábito de siempre postergarte te llevará a resentimiento, frustración o agotamiento, tanto físico como mental. ¿Sabes por qué? Porque aunque te olvides de que eres mujer, sigues siéndolo. No importa si eres madre. Sigues teniendo necesidades básicas como cualquier ser humano.
Así que empieza a cuidarte. Date tiempo para ti misma. Comienza con lo más básico: ve la manera de tener tiempo para descansar, comer de manera saludable y hacer algo que te guste y no meramente porque es tu deber. Trata de encontrar tiempo para practicar algún deporte o salir a caminar, porque te ayudará a sentirte mejor y a reconectarte con tu cuerpo y salud. No te sientas culpable si te preocupas de tu apariencia física o si acaso quieres hallar momentos para estar a solas con tu pareja. Es más: si estás casada, tu marido te agradecerá que la maternidad no le robe a su mujer. A larga, te lo agradecerás a ti misma porque por más satisfecha que te sientas como mamá, hay necesidades que tus hijos no pueden (y no deben) satisfacer. Esa es tu responsabilidad.
Date permiso para ser mujer. Si ya tienes hijos, te hará una mejor mamá, porque a la larga estarás más feliz.