El fin de semana con hijos ya no es para relajarse
¿Te acuerdas cuando decidías qué hacer el fin de semana? Seguramente era antes de tener hijos o cuando estaban
muy pequeñitos y aun tenías poder de decisión para planificar las actividades de los fines de semana. Sin embargo, si eres como yo y tienes hijos más grandes, cuando llega el sábado, comienza una verdadera vorágine.
Muchas veces me pasa que de solo pensar en todo lo que toca hacer el fin de semana, me agoto aun más en vez de estar feliz de que no me toca trabajar. Sábados y domingos transcurren entre fiestas de cumpleaños, reuniones entre compañeritos, partidos, entrenamientos, competencias de gimnasia y proyectos escolares. Es decir, padres y madres no nos quitamos el gorro de chofer ni un solo día. Ni hablar del presupuesto aparte que implica atender las demandas de la vida social tan activa de nuestros hijos, que requiere de múltiples regalos y mucha gasolina para recorrer la ciudad de un lugar a otro.
Por eso siento nostalgia de aquella etapa en la que no había que salir corriendo de la casa, en la que no debíamos calcular cuánto tiempo nos queda para comer antes del siguiente compromiso ni estábamos toda la tarde sentados en un gimnasio en vez de estar en un parque o la piscina. Tengo fantasías con no tener que hacer nada un domingo. ¿Seré la única? Lo dudo.
Sin embargo, cuando veo la cara llena de felicidad de mi hijo cuando logra encestar la bola en un partido de baloncesto y lo estamos aplaudiendo, o me lleno de orgullo cuando mi hija recibe una medalla como gimnasta, no importa si no he tenido tiempo para descansar. Cuando verdaderamente amas a alguien, su felicidad te llena el corazón de dicha y eso es lo que me sucede cuando veo cuán felices son mis hijos con los pequeños sacrificios que hago.