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Lo que me obligo a recordar ahora que soy mamá

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Como mamá me recuerdo que debo dejar volar a mis hijosCuando eres mamá, ver sufrir a tus hijos o ser testigos de su frustración te llega al alma, pero siempre debemos recordar que esos golpes son necesarios. Si tu hijo no se cae, ¿cómo aprenderá a levantarse? Si miras hacia atrás, te darás cuenta que todas las experiencias de tu vida han logrado que seas la persona que eres.

Sé que no es fácil de aceptar. Mal que mal, varias veces me he lamentado por haber sufrido en mi vida, aunque he sido extremadamente afortunada y no tengo derecho a quejarme. Pero todos guardamos heridas y cicatrices. Son señales de que hemos sobrevivido, de que somos más fuertes de lo que pensamos y que podemos sobreponernos a los obstáculos que se nos presenten en la vida. Muchas veces, esas duras lecciones nos ayudan a brindarle una mano a otras personas, porque entendemos lo que están viviendo o sufriendo.

El problema es cuando esos recuerdos y esas cicatrices nos llevan a tratar de sobreproteger a nuestros niños. No queremos que sufran. Se nos caen las lágrimas cuando se enferman o el pediatra los vacuna. Nos enojamos si otro niño los empuja en el parque o una profesora no los valora suficientemente en la escuela o el colegio. Ni quiero pensar en qué sentiré cuando mis hijos vivan sus primeras penas de amor, sin embargo, si quiero que crezcan y desarrollen fortaleza interior, sé que debo dejar que vivan cada etapa y cada lección.

Nuestro primer instinto como mamá (y papá) es proteger a nuestros hijos, auxiliarlos, mimarlos y resguardarlos de todo lo malo que puede haber en este mundo.  Hacemos bien en cuidarlos, pero debemos dejar que se caigan, que se equivoquen y que aprendan de esos momentos en los que se hacen daño. Cada caída, y cada desilusión brinda la oportunidad de fortalecer el espíritu de tu hijo o hija. Puedes estar allí para apoyarlo y darle una ayuda para que sienta la confianza en sí mismo de que es capaz de superar los obstáculos, pero no superes las dificultades por él o ella.

Sé que no es fácil, pero las cosas que más valen la pena, nunca lo son. Si no dejamos que nuestros hijos sientan y sepan que son capaces de vencer obstáculos, de abrir puertas cuando se cierren ventanas, de levantarse cuando se caigan, de enmendar un error cuando se equivoquen, de pedir disculpas cuando cometan un error, ¿cómo aprenderán esas destrezas?

Sobreproteger a nuestros hijos es un error. El problema es cómo distinguir entre cuidarlos y protegerlos en exceso. Aunque sea complicado, por eso cada vez que mis hijos encuentran un obstáculo en el camino, respiro hondo y evito correr a resolver todos sus problemas. Quiero que aprendan a resolverlos solos, pero siempre estaré a su lado por si me necesitan, porque sé que sería incapaz de estar de brazos cruzados viéndolos sufrir. Lo que tengo claro es que necesito que sepan que confío en que ellos pueden salir adelante por sí mismos.

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