Mi vida no es mi Instagram
Me encanta lo que hago pero me da risa cuando quienes no me conocen bien creen que mi vida es como mi Instagram: lleno de glamour, viajes, hijos sonrientes y momentos maravillosos. Se olvidan que uno filtra lo que pone. Que hay cosas que no fotografío. Que hay instantes en los que uno debe estar viviendo activamente y no como espectador sacando una foto.
Quizás sería un buen aporte fotografiar lo que no vemos en la vida diaria de quienes seguimos por las redes sociales, pero no me nace. Primero que nada, hay cosas que no se deben compartir; soy bastante abierta pero aun me queda pudor, tanto físico como emocional. Segundo, asumo que todo lo que pongo en internet es público y se quedará allí por la eternidad, así que si puede afectar a terceros, lo evito. Tercero, sospecho que todos nos aburriríamos de ver lo cotidiano, porque hasta los “reality shows” tienen una buena dosis de producción.
Sin embargo, lo que comparto en redes sociales sí refleja parte de mi vida. Hasta yo me sorprendo de lo mucho que hago en una semana y de la cantidad de viajes que he acumulado este año. Me enternezco cuando veo las sonrisas de mis hijos y me doy ánimo a mí misma con mis frases que buscan inspirar. Lo que tengo claro es todo lo que sucede antes y después de las fotos que pongo en Instagram o Facebook, es decir, el contexto, que es como el de cualquier otra mujer que trata de compatibilizar su familia con su trabajo. En mi caso, mi carrera me lleva a conocer personas y lugares extraordinarios, pero no olvido que al final del día, me esperan las tareas, las peleas entre hermanos y la lista de compras para el supermercado.
¿Acaso no filtras lo que compartes en Instagram o las redes sociales?