No hay que confundir la sensibilidad con debilidad
La otra noche estaba en una cena y me di cuenta de lo común que es confundir la sensibilidad con debilidad. A la hora de autodefinirse, una adolescente dijo que se veía a sí misma como muy débil, pero la verdad es que es una persona bastante fuerte. Luego de reflexionar, me di cuenta de que se veía a sí misma como débil porque es muy sensible y el sentir demasiado las cosas le afecta mucho.
En ese momento me di cuenta de que por años he cometido el mismo error. Desde chica he luchado contra mi
naturaleza demasiado sensible. Mi papá me decía que debía aprender a controlar esa sensibilidad porque iba a sufrir mucho. Cada vez que se me escapaba una lágrima, me daba rabia contra mí misma, por sentir que era demasiado débil.
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Hubo un momento de mi vida en el que me puse como meta dejar de sentir para así hacerme fuerte. Tuve tanto éxito que mi vida se volvió plana. Mi indiferencia me hizo sentir poderosa por unos días. Sin embargo, esa incapacidad de sentir que era tan contraria a mi naturaleza me sumió en una depresión. Me había desconectado a tal nivel de mi esencia, que ya ni siquiera era capaz de alegrarme o motivarme por algo. Todo me daba igual.
Cuando superé ese oscuro momento me di cuenta de que sentir demasiado no es signo de debilidad. Llorar puede demostrar vulnerabilidad, pero eso no es lo mismo que ser débil. Es más: dejar de sentir no me hizo más fuerte. Me volvió apática y triste.
Por eso quise escribirle a todos aquellos que luchan contra la intensidad de sus sentimientos. Aquellos que lloran con facilidad cuando ven sufrimiento o injusticia. Aquellos que luchan por esconder sus emociones porque creen que los demás los verán como seres débiles.
No se olviden que sentir más puede llevar a sufrir más, pero a la vez nos permite reír más, alegrarnos más y ayudar más. Esa sensibilidad nos puede inspirar a tener gran compasión, a saber cuando otra persona necesita que le tendamos una mano o simplemente la escuchemos. Pero más importante aún: a pesar de sentir más fuerte los altibajos de la vida, hemos sabido sobrellevar ese torbellino de emociones. Ese conocimiento es lo que nos da la verdadera fortaleza.
Así que la próxima vez que te veas como una persona débil porque sientes que tus emociones son demasiado intensas, reflexiona y evalúa si acaso esa sensibilidad en realidad te hace temeroso, indeciso o indolente. Si la respuesta es no, tienes pruebas de que muy por el contrario, tu sensibilidad no sólo te hace ser quien eres, sino que te hace más resistente.