A reemplazar la negatividad con amabilidad
Cuando veo tanta negatividad a mi alrededor, me recuerdo a mí misma la diferencia que hace una la amabilidad. No sólo se siente bien quien escucha palabras amables, sino que quien las dice puede sentir una enorme satisfacción al ver una sonrisa o reacción positiva.
No sé por qué se ha puesto tan de moda el sarcasmo. Tampoco sé por qué hay veces en que la gente parece competir para destruir a otra persona. No me refiero solamente a los chismes (que existen desde siempre), sino a la agresividad que leo en las redes sociales o veo en programas de televisión. Es como si la gente se siente orgullosa de lograr herir a otro.
Por más que nuestra naturaleza humana tenga muchos aspectos negativos, yo prefiero la amabilidad y rescatar lo positivo. Incluso aprendí de mi marido la importancia de encontrar una cosa digna de alabanza en alguien que necesita una sonrisa. Cuando empezamos a salir juntos, siempre me llamaba la atención cómo le piropeaba el cabello a las viejitas en el ascensor. Ni te imaginas la tremenda sonrisa que llenaba el rostro de esas señoras. Ahora yo misma trato de alabar la blusa de la señora que veo en el ascensor o le pregunto al cajero en el supermercado cómo va su día (y escucho su respuesta, que es aun más importante que hacerle una pregunta).
Sé que muchos de mis amigos han tratado de cambiar esta onda negativa. Reemplazan la negatividad por frases que inspiran, fotos de gatitos o flores de vivos colores. No se burlan de cada error de los demás. Es decir, tratan de contrarrestar todo lo malo que se ha vuelto lo normal en tantas de nuestras interacciones sociales, ya sea en persona o virtualmente. Sin embargo, lo negativo se nota más y me parece que sigue liderando.
Es fácil contagiarse del sarcasmo y la negatividad, pero la próxima vez que vayas a comentar algo, pregúntate primero si tus palabras son necesarias, si acaso son constructivas o si solamente buscan generar una reacción. Quizás te impresione la cantidad de veces que uno está a punto de comentar algo que no aporta nada o peor aún, que busca que otra persona se sienta mal.
Por más que sé que soy tremendamente imperfecta, estoy tratando conscientemente de reemplazar lo negativo por lo positivo. ¿Te animas a tratar de hacerlo? A ver si más personas se atreven a ser amables en vez de destructivos.