Las insoportables, insufribles e innecesarias tareas escolares
En algún minuto, nos sé cuándo exactamente ni por qué, las tareas o deberes escolares se volvieron un tormento para los padres. En vez de ser un repaso de las materias tratadas en el salón de clases, las tareas se han vuelto en una lección en sí. ¡Y ni hablemos de los proyectos! Ya he perdido la cuenta de cuántas horas hemos pasado con mis hijos armando maquetas, imprimiendo informes, pintando carteles o sacándole fotos a sus experimentos de ciencias.
Con estupor veo que las tareas empiezan incluso en el preescolar. Los niños que ni saben leer llegan a la casa con alguna asignación. Los padres desde muy temprano tenemos que acostumbrarnos a los deberes escolares de nuestros hijos. Eso no es lo que más me preocupa: creo que no dejamos que los niños jueguen ni que disfruten de lo que es aprender. Se vuelve una imposición, algo aburrido. Niños y adultos hasta nos enojamos cuando vemos que las responsabilidades se acumulan y el día parece no acabar. ¿Acaso conoces a un niño, una mamá o un papá que espere ese momento en que hay que sentarse a hacer tareas?
Los niños terminan de estudiar en el colegio para seguir estudiando en la casa. Yo misma termino de trabajar para seguir trabajando en las tareas de mis hijos. ¡Y eso no es todo! Muchas veces las maneras de enseñar las cosas han cambiado tanto, que siento que tengo que repasar lo que aprendí hace demasiados años para poder hacer la tarea con mis hijos. Ahora que mi hijo está en octavo y estudia geometría, simplemente no logro ayudarlo. Recurrimos a videos de YouTube, “apps” o hasta hacemos FaceTime con sus compañeros o amigos.
Tanto ha tenido que leer mi hija de 10 años, que no logro que lo vea como un pasatiempo. Ella no entiende mi fascinación por la lectura. Solamente ve un libro como un deber escolar más.
Entonces me pregunto, ¿por qué los colegios y los profesores insisten en mandar un montón de tareas? ¿Por qué les piden a niños de tercer y cuarto grado proyectos que son tan complejos que es obvio que los padres terminan haciéndolos? ¿Para qué? ¿Cuál es la meta?
Es momento de darnos cuenta de que la educación no es solamente completar la mayor cantidad de problemas matemáticos, leer la mayor cantidad de libros ni completar elaborados proyectos escolares. Tampoco requiere que los niños dejen de jugar. Los niños aprenden jugando. Aprenden a negociar, a compartir, a descargar energías de manera constructiva e incluso aprenden a resolver problemas mientras se divierten. Al quitarles el recreo y luego el tiempo libre con la excusa de que se dediquen más tiempo a estudiar, estamos cortándole las alas a nuestros niños.
¿Estás de acuerdo? ¿Te parecen odiosas las tareas escolares?