Mi trilogía favorita
Cuando era niña, mi trilogía favorita era la guerra de las galaxias. Desde que vi la primera Star Wars me quedé enamorada de Luke Skywalker, quería ser valiente como la princesa Leah y cuando “maduré” decidí que me gustaba más Hans Solo que Luke.
Años más tarde, aun cuando amo el cine, empecé a leer mucho. Siempre me ha fascinado leer pero ya de adulta redescubrí este amor por los libros. Confieso que sucumbí frente al amor de Bella y Edward en la trilogía de Twilight o Crepúsculo, pero siempre sentí que me faltaba algo. Seguí en mi búsqueda de la trilogía que me terminara de enamorar.
Tentada por tantas amigas que se obsesionaron con Ana y Christian, empecé a leer Cincuenta Sombras de Grey, o 50 Shades of Grey de E.L. James. Qué placer más culpable. Fue un experiencia tremendamente eh, educativa, diría, que me dejó obsesionada mientras me devoraba los libros.
Apenas salió el libro final de 50 sombras a la medianoche del 19 de enero, lo descargué en mi iPad y creo que mi esposo ni se atrevía a interrumpirme cuando me veía leyendo. No voy a entrar en discusiones inútiles sobre el escaso valor literario de 50 sombras, porque honestamente lo que admiro de E. L. James es lo bien que supo contar su historia y cómo millones de personas se han devorado sus libros. Es impresionante y la felicito porque más allá de los errores en inglés, honestamente es increíble conseguir semejante éxito con el primer libro que escribes, especialmente sin el apoyo de una casa editorial o una tremenda maquinaria de marketing. ¡Leí que ya se han vendido 20 millones de sus libros! Sin embargo, el amor sadomasoquista y obsesivo con toques bien porno no logró satisfacer mi búsqueda de la trilogía perfecta. Consiguió atraparme y divertirme pero una vez más sentía que me faltaba algo.
De repente mi hijo quiso leer “Los Juegos del Hambre” y como no estaba segura de que fuera un libro apropiado para un niño en cuarto grado, le dije que lo leería, esperando un libro aburrido para adolescentes y pre adolescentes demasiado precoces. Me equivoqué rotundamente. Cada libro me pareció mejor que el anterior y la historia me tiene embrujada hasta hoy. También sigue perturbándome porque encuentro que las historias de Suzanne Collins encierran tantas reflexiones, tantos niveles que no logro entender cómo alguien puede creer que se tratan de libros para jóvenes y nada más.
Katniss Everdeen se ha convertido en mi heroína favorita. Leal, luchadora, defensora de su familia. Una verdadera sobreviviente. Totalmente imperfecta. Redimida y sanada por un amor del que a veces duda. Sin embargo, al ver la película magistralmente dirigida por Gary Ross sin caer en una violencia innecesaria y con una sobriedad visual que me imagino no fue nada fácil de lograr, me quedé pensando en qué era lo que más me había gustado de esta trilogía y caí en cuenta del romanticismo implícito en esta historia. A pesar de explotar la historia de amor para salvar sus vidas, al final de los torturosos, terribles y aterradores caminos que deben recorrer sus protagonistas, en “Mockingjay” el amor demuestra una vez más su poder de sanación. Y como dice el tenebroso y maquiavlélico presidente en la película, hay una sola cosa más fuerte que el temor: la esperanza.
En el caso de “Los juegos del hambre”, el amor es lo que alimenta la esperanza. Ya sea el amor por la familia, el amor por los demás o al final el amor de un romance imperfecto pero que termina por ser el único camino hacia la recuperación de la cordura en un mundo totalmente loco. Por eso “Los Juegos del Hambre” y especialmente “Mockingjay” están en mi lista de favoritos y lectura obligada cada vez que quiero usa la literatura no sólo para divertirme y escapar de lo que esté viviendo, sino también para reflexionar.
¿Cuál es tu libro o trilogía favorita?