Siempre seré tu mamá, aun cuando no estés

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The Fault In Our Stars posterAnoche fui a ver la película The Fault in our Stars (Bajo la misma estrella), basada en el bestseller del mismo nombre y me sorprendió cómo me afectó como mamá. Sabía que iba a llorar, pero pensé que cuando saliera del cine, secaría mis lágrimas y listo. Me equivoqué.

Hay pocas veces en que una historia me sacude a tantos niveles. Me acuerdo, por ejemplo, que cuando vi La lista de Schindler quedé mal por días, igual que El pianista o La fuerza del cariño. Pero hace tiempo que no me quedaban dando vueltas tantas cosas horas después de haber salido del cine.

Por si no sabes de qué se trata The Fault in Our Stars, básicamente trata del amor de dos jóvenes con cáncer. No quiero arruinar ni el libro de John Green ni la película a quienes desconocen la historia, pero sí puedo decir que muestra un lado muy humano de lo que es crecer con una enfermedad terrible y muchas veces, fatal.  El cáncer roba demasiado. No solo salud, sino experiencias vitales que todo ser humano debiese conocer. También puede robar la dignidad, pero en este relato, no.

La historia de Hazel (Shailene Woodley) y Augustus (Ansel Elgort) es tremendamente bella y fuerte, pero el relato también muestra a quienes son impactados por su lucha contra algo que no pueden controlar. Como mamá, recordé mi visita al hospital St. Jude y los padres que conocí allí. Los hijos se dan cuenta del impacto de su enfermedad sobre toda su familia y a medida que crecen, es esperable que sientan emociones muy conflictivas y contradictorias.

En la película de anoche, hay una escena en la que los padres de Hazel creen que han llegado al final de la lucha en el hospital y su mamá (interpretada por Laura Dern)  le susurra que puede dejarse ir, que no se preocupe y cuando cree que su niña ya está inconsciente, estalla en llanto diciéndole a su esposo que ya no será mamá. Pero Hazel sí la escuchó, finalmente sobrevivió y esa frase la atormenta al sentir que sus padres se quedarán sin nada si su cuerpo se da por vencido.

Pasa el tiempo y en un momento crítico Hazel le dice a su mamá que la escuchó en el hospital cuando dijo que ya no sería mamá cuando falleciera su hija. En ese momento, las lágrimas nublaban mi vista porque sabía lo que diría esa madre: que había sido una equivocación. “Siempre seré tu mamá” le dijo.

Y no hay palabras más ciertas una vez que tienes un hijo. Pase lo pase, siempre serás madre. La maternidad no es una condición que desaparece. El amor que sientes no se termina aun cuando la existencia de tu hijo haya acabado.

Llegué de madrugada a mi casa y mis hijos dormían plácidamente. Los besé con un sentimiento que me embargaba por completo y pensé en todas las madres que ya no tienen quién les diga “Mamá”. Que el dolor y el vacío que sienten esas mamás sea tolerable gracias al amor sin límites que llegaron a vivir. Porque como bien lo recuerda esta historia, se puede aprender a vivir con el dolor aun cuando no desaparezca.

Todo mi cariño para quienes extrañan a sus angelitos o a alguien que les mostró lo infinito que puede ser el amor.

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