La educación sigue siendo la mejor herencia
Desde que tengo uso de razón, mis padres nos inculcaron a mi hermano y a mí la importancia de la educación. Tener un título universitario no era un tema de discusión, sino que siempre se asumió que tanto mi hermano menor como yo nos esforzaríamos y lo lograríamos.
Mi papá además repetía una y otra vez que la mejor herencia que nos podía dejar era justamente una educación. Ya estábamos cansados de escucharlo, pero honestamente, cada día me doy cuenta de lo sabias que fueron sus palabras.
Ahora que soy mamá, pienso igual que mi papá. Estoy convencida de que una buena educación te enseña a pensar, te abre la mente y te brinda las herramientas para desarrollarte y luego independizarte. Por eso cuando veo la desigualdad que existe en la mayoría de los países en cuanto a acceso y calidad de la educación, me preocupo y hasta me da rabia también. Rabia porque sé que cuando no puedes educarte, la posibilidad de obtener un buen trabajo que te compense bien es casi mínima. Según los expertos en análisis de la pobreza, cada año de educación aumenta tus expectativas de salario en un diez por ciento. Y no hablo de estudios universitarios. Hablo de educación primaria.
Hay otras cifras alarmantes. UNICEF incluso estimó que mil millones de personas empezaron el siglo XXI sin saber leer ni escribir. Otras cifras indican que hay 121 millones de niños sin educación.
En enero del 2012 viajé a Haití, por ejemplo, y no hay educación gratuita. Los padres hacen sacrificios gigantescos en ese país que aun no se recupera del terremoto del 2010. Todo por darle la oportunidad a sus hijos de educarse. Sin embargo, como el dinero escasea, muchas veces se decide no darle educación a todos los hijos porque sencillamente no pueden pagar el colegio para todos. ¿Adivinen a quiénes se elige? A los hijos varones, por lo que miles de niñas quedan en desventaja, sin educación ni oportunidades en el país más pobre de Occidente.
Por eso me siento con el deber de crear conciencia y apoyar iniciativas que recauden fondos para darle a más niños y niñas del mundo entero la oportunidad de estudiar, de superarse, de tener herramientas que les permitan romper el círculo vicioso de la ignorancia y la pobreza. Porque el primer paso es tomar conciencia. Luego, es necesario tomar cartas en el asunto. Si no les dejamos saber a nuestros líderes políticos que la educación es fundamental para nosotros, ¿cómo sabrán que es su deber encontrar fondos para darle acceso a quienes no están estudiando ahora? Por otra parte, si puedes, por favor apoya la labor de instituciones como UNICEF que protegen a los niños y buscan maneras de darles más oportunidades.
Además, a medida que crecen mis hijos, no dejo de inculcarles la importancia de la educación. No solo les digo cuán importante es que se esfuercen, que estudien y que aprendan todo lo que puedan, sino que les muestro ejemplos concretos de cómo los estudios universitarios ayudaron a mi esposo y a mí a avanzar en la vida. Porque al final de todo, sigo creyendo como mis padres, en que la educación será la mejor herencia que les podré dejar y deben aprender a valorarla desde chiquitos.