Cuando nace tu primer bebé, la alegría muchas veces se mezcla con el estrés que implica la nueva aventura de ser madre. Curiosamente, las madres primerizas latinas están expuestas a un factor de estrés ajeno al llanto del bebé, su alimentación o la falta de sueño. Me refiero al exceso de consejos.
Pregúntale a cualquier mamá primeriza y te dirá cómo todos sienten que pueden decirle qué hacer. No sólo se sienten con la facultad de hacerlo, sino que es común ver a la abuela, tía, suegra o prima sintiéndose como que tienen un deber moral de decirle a la nueva madre cómo debe de hacer.
Esos consejos son bien intencionados la mayoría de las veces. Son motivados por un ímpetu de ayudar a las madres primerizas. Sin embargo, terminan por abrumar o incluso, hacer sentir a la recién estrenada mamá como que no sabe nada, que es incapaz de cuidar a su bebé o que simplemente está haciendo todo mal.
Por eso les comparto el mejor consejo que me dio mi esposo cuando recién nos habíamos convertido en padres y las hormonas y los consejos de todo el mundo me traían loca.
“Escucha lo que te digan, da las gracias y después haz lo que te dé la gana”, dijo mi sabio esposo.
Santo remedio. En vez de seguir perdiendo energías en discutir con quienes tenían una filosofía diferente (¡No cargues a tu bebé, se va a malcriar! ¡Ese niño llora porque tiene hambre y tu leche no es suficiente!), o de frustrarme por sentir que no sabía nada (a pesar de llevar años escribiendo sobre temas de salud, bebés y crianza de los hijos), empecé a aplicar el consejo de mi marido. Espero que a ti también te ayude.
¿Tienes un consejo que quieras compartir? Escríbelo abajo para que todas podamos aprender, porque no sólo las madres primerizas aprenden algo nuevo cada día.