Lo que esconden las personas fuertes
Todos conocemos personas fuertes y valientes. Aquellas que no importa cuántas veces se caigan o alguien les haga una zancadilla, encuentran la manera de levantarse. Aquellas que son capaces de seguir adelante. Aquellas que no solo ayudan a los demás, sino que parecen disfrutar inmensamente al tenderle la mano a quien lo necesita. Es más: son capaces de hacer todo por sí mismas.
Sin embargo, ¿cuán bien conocemos a esa persona que parece tan fuerte? ¿Cuántas veces ese amigo o familiar nos ha pedido ayuda a nosotros? Probablemente conoces ciertos aspectos de quien siempre es un pilar en una familia, trabajo o círculo de amigos, pero no verás su lado vulnerable muy a menudo. Por otra parte, como es tan fuerte, no pide ayuda, porque sabe que es capaz de manejar las dificultades que enfrenta.
Lo que los demás no se dan cuenta es que el que es fuerte, sí necesita la ayuda de los demás. Muchas veces no nació con esa fortaleza que otros admiran. La mayoría de las veces, esa valentía y fortaleza fueron el producto de las circunstancias de la vida. En algún momento esa persona decidió que sin importar lo que le pase, él o ella tiene el poder de hacer limonada con los limones que te toquen. No le quedó otra alternativa que hacerse fuerte e independiente de los demás, porque aunque todo le falle en la vida, sabe que cuenta consigo mismo.
El fuerte no sufre menos. Se guarda su sufrimiento o lo esconde. Quizás llora en silencio, cuando nadie lo ve. No quiere inspirar lástima ni compasión, porque significaría debilidad, algo que se prometió a sí mismo no tener para así poder salir adelante.
El fuerte no necesita menos de la ayuda de los demás. Quizás cada vez que ha necesitado de alguien, esa persona le ha fallado, por lo que ha decidido no pedir ayuda ya que ha aprendido que los demás tienen otras prioridades que acaparan la atención y el tiempo. En ese sentido, el fuerte lo es porque no le queda de otra.
Así que la próxima vez que estés con esa persona que parece tener superpoderes, recuerda que es un ser humano como cualquier otro. Si ves que está atravesando un momento difícil, ya sea de salud, profesional o personal, no esperes a que te pida ayuda. No lo hará. Sorpréndelo con estar allí y haz algo por él o ella. Así le demostrarás que se puede ser fuerte y al mismo tiempo confiar en los demás o apoyarse en ellos. De paso, le enseñarás con tus acciones, que no todas las personas le fallan. Que puede apoyarse en quienes de verdad le aprecian. Que no hay debilidad cuando se pide ayuda, sino gran valentía al reconocer nuestras limitaciones. Pero sobre todo, le enseñarás que existe la reciprocidad y que aunque pueda hacer todo por sí mismo, sin ayuda de los demás, no tiene por qué hacerlo solo o sola. Y esa es una gran lección para todos.