Por qué importa la diversidad de las muñecas
Como soy de cabello castaño, mi mamá siempre tuvo la delicadeza de regalarme muñecas de melena oscura. También tuvo el “atrevimiento” de comprarnos, a mi hermana y a mí, muñecas con sus genitales. Desde entonces comprendí que mientras más parecidas a los niños sean las muñecas, pues mucho mejor.
Con las muñecas, las niñas y niños juegan. Más importante aún: en sus juegos representan la realidad. Cuando una niña pelirroja o de cabello ensortijado recibe una muñeca a su imagen y semejanza, le estamos diciendo que está bien ser pelirroja o tener el cabello ensortijado, le estamos reafirmando que al tiempo que como individuos somos únicos, también hay otras personas y muñecas que se parecen a nosotros. En otras palabras, les estamos diciendo que está bien ser como somos y que por ser así, somos importantes.
Las muñecas de piel canela o morena, con cabellos enrulados o lacios, son una representación de lo que somos como seres humanos: se parecen a nosotras y por lo mismo son muy importantes para que nuestras niñas aprendan a aceptarse y a quererse como son. Por décadas las mujeres y las niñas hemos estado sometidas a la presión de un ideal de belleza, creado por la industria del entretenimiento y la publicidad, al que no nos parecemos.
Por eso aplaudí cuando salieron al mercado las Barbies con distintos tonos de piel y de cabello, e incluso con estructuras faciales distintas a la de la clásica Barbie anglosajona. Creo que por la misma razón Elena de Avalor, la nueva princesa de Disney, inspirada en las niñas y adolescentes hispanoamericanas, se ha hecho tan popular.
Ahora que vienen las fiestas, si estás pensando regalarle muñecas a tus hijas, considera comprarle una muñeca de las llamadas étnicas. Con ello estarás contribuyendo a que tu niña se sienta bien en su propia piel.